Aunque a menudo (los que me conocen saben que es así), repita esa frase que dice: “Lo único constante es el cambio”, probablemente para sustentar el comportamiento indómito que he tenido durante los últimos años, he comenzado a desarrollar una nueva teoría contraria a ello y que hoy parece tener más fuerza y logra darle más sentido a las cosas que vivo y siento. Ayer conversaba con un buen amigo, y mientras lo hacía me escuchaba. Puse en práctica algo de la técnica empleada por el filósofo griego Sócrates; Mayéutica. Quien consideraba que el conocimiento se encuentra latente de manera natural en la conciencia de cada ser humano y que es necesario descubrirlo. En mi caso, no fue necesario que él me indujera a llegar a una verdad, simplemente me hice preguntas y de pronto me percibía explicando mis argumentos sobre el cambio, ¡Vaya que fui convincente! (risas)
Le decía que para mí los cambios no existen, que aunque suene paradójico, las personas sólo mejoran o empeoran. -El me respondía: Pero bueno Vane, eso es implícitamente un cambio-. A lo que le contesté que no estaba de acuerdo, que los individuos jamás perdemos nuestra esencia. Me colocó el ejemplo de una persona que fuma y de pronto deja de hacerlo, también de alguien con problemas de obesidad que de la noche a la mañana elije comer sano y cuidar su salud y otros similares (Para mi Colega esos son claros modelos de “cambio”). Con todo respeto, no opino igual, pienso que una persona que deja de fumar, realmente no está cambiando, únicamente está recuperando su esencia que es NO FUMAR, y que eso ha sido sólo una etapa en su vida, que por “X o Y” adquirió y asumió pero que no forma parte de lo que verdaderamente es.
Una persona que repentinamente decide alimentarse bien, no está cambiando. Está retomando sus buenos hábitos, repito, está recuperando su esencia. Lo digo por experiencia propia. Recuerdo que cuando era niña solía ser maniática con las comidas de la calle y mi alimentación en general, le decía a mi madre (que típicamente como buena “alcahuete” quería hacerme feliz y me ofrecía alimentos callejeros como: helados, chicha, perro caliente y pare de contar), que no me gustaba nada de eso, que hacían daño y que podían producirme cólera (Jajaja, eso me lo enseño mi maestra de 3er grado). Lo que quiero resaltar es que actualmente estoy retomando algunas de esas conductas (tratando de comer un poco más sano y saludable) y no significa que esté “cambiando”… Simplemente estoy restableciendo la Vanessa que siempre fui.
Eso se aplica a muchas de mis actitudes actualmente. Alguien suele decirme por allí: “Vane, es que nunca vas a cambiar”. Pues ¿Cómo le digo que NO? Si SÍ! (risas) Si bien es cierto que tengo el don de adaptarme a cada tiempo y a cada quien, no es menos cierto que en el fondo tengo valores que forman parte de lo que efectivamente soy. Que probablemente en algunas oportunidades tenga la capacidad ignorarlos pero eso sólo será TEMPORAL.
Tengo algo que decirle a esa persona, con relación a todo lo que vengo comentando:
Pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y hasta los años y me sigo sintiendo igual con respecto a “nosotros”. Es cuestión de percepción, quizás las cosas hayan “mejorado” un poquito pero para mí no es suficiente, sigues siendo el mismo y yo la misma. Sería un error creer que “cambiaremos”. Estaría yendo en contra de mi propia teoría.
Pidiendo perdón primero por caer aquí de la nada, me permito opinar. De todas formas, supongo que esa es la gracia de un blog, ¿no?
ResponderEliminarEste tema es particularmente interesante para mí. Traté una vez de hablarlo con unas personas, pero no se pudo. Verás: Según Minkowski, si lográramos llegar hasta la cuarta dimensón y tuviéramos la capacidad de observar esa realidad, veríamos las cosas como fueron, como son y como serán en el mismo instante, porque la cuarta dimensión es el tiempo. Yo te vería como un óvulo fecundado, como un feto, como una niña, como una mujer, como una mujer mayor, como una ancianita y como un cadáver en todo momento. Es complicado explicarlo porque, obviamente, ni estamos allá ni tenemos las herramientas para imaginarlo. Pero así más o menos va la cosa.
Ahora bien, la pregunta que surge casi de inmediato al pensar en eso es: Si yo viera en esa cuarta dimensión a tal persona o ser vivo, alguien cercano a mí, alguien cuya esencia ya yo he digerido y plantado en mi conciencia, ¿lo reconocería? Yo digo que no sé. Lo que sí sé es que definitivamente hay algo inamovible en nosotros. No le voy a poner nombre, pero ahí está. Como dices: mañana puedo dejar de fumar, puedo comer más sano o puedo comer peor. No sé si estoy de acuerdo cuando dices que esos pequeños cambios son cosas que te acercan a lo que siempre fuiste. De hecho, me atrevo a decir que no estoy de acuerdo. Por el contrario, te planteo una forma alternativa de verlo: Mañana puedo cambiar de corte de pelo y ese cambio ni me acerca ni me aleja de nada; pero definitivamente mañana NO voy a salir a darle patadas al primer perrito que se me atraviese en la calle. Y no hacer eso SÍ es parte de lo que me define.
Me disculpas el atrevimiento y lo largo. Pero diste con un tema que me agrada mucho y falta gente para hablar sobre él. Lo que no sé es si todavía revisas este blog en la época de los muros y los 144 caracteres (¿notas cómo ambas cosas suenan restrictivas? Pero entiendo que definitivamente saben acaparar el tiempo y la atención).