martes, 10 de enero de 2012

Todo el mundo sonríe en el mismo idioma

Cuando se me ocurrió venirme a Canadá, básicamente a estudiar inglés y respirar otro aire fuera de Venezuela, la idea resulto un poco descabellada para muchos. Así como para otros, una excelente oportunidad que no debía pasar por alto. A pesar de la diferencia de opiniones de cada una de esas personas, todas importantes en mi vida cabe destacar, tome la decisión de arriesgarme una vez más (cosa que siempre me ha caracterizado) sin tener siquiera una mínima idea de la cantidad de cosas gratificantes que estaban por venir.

Así fue como comenzó mi proceso para la aplicación de Visa Canadiense, el cual no fue sencillo pero que gracias a la ayuda de todos los que cooperaron conmigo en ese momento y después de varios intentos, fue aprobada por seis meses. Basto con tener la visa en mis manos para salir corriendo a la agencia de viaje más cercana a comprar mi pasaje, con retorno por supuesto. Estaba un poco nerviosa porque para ser honesta nunca fui la mejor estudiante en la asignatura inglés a pesar de que siempre me gusto el idioma y la cultura americana.

Llego el día, miércoles 20 de Julio del 2011. Temprano en la mañana me encontraba en Caracas ansiosa esperando por mi vuelo. El viaje se hizo largo, quizás por aquello que dicen por ahí: “El que espera, desespera”. Después de un largo día, finalmente llegue a mi destino; Sault Ste. Marie, Ontario. Mi primera impresión al ver aquel nuevo lugar fue “¡Wao! ¡De película!”, resultó mejor de lo que esperaba. Si, ya sé lo que están pensando “Vanessa sí que es impresionable, no es para tanto.” -Pues sí, lo soy y espero seguir siendo hasta que muera de esa manera; Como los niños, quienes son felices descubriendo cada día cosas nuevas.-

Era un verano precioso. Tuve tiempo para adaptarme a los cambios antes de comenzar las clases ya que estas comenzaban en septiembre. Pero debo decir que pese a ciertas dificultades que sentí al principio y toda la nostalgia que me invadía en aquel momento, aprovechaba cada segundo del día. Cada vez que sentía ganas de quejarme de algo y renunciar me decía a mi misma: Ok, estoy aquí, viviendo una experiencia maravillosa que no todos tienen oportunidad de disfrutar ¿Por qué arruinarla? ¡Paciencia! Y de esa manera fue como aprendí a vivir cada día con humildad y con una sonrisa para todos porque amigos, lo primero que aprendí cuando llegue a la “escuela” fue esta frase: “Everybody smiles in the same language”.


Sault Ste. Marie, Ontario, Canadá

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