Grande de grandes

En mis publicaciones anteriores muy rara vez nombraba a un Señor que se ha dedicado aresponder mis preguntas y dudas antes manifiestas en este blog. Debo confesar que este escrito es para Él, de quien me he alejado día a día y quien se las ha ingeniado de maneras distintas para hacerme saber que está allí a mi lado siempre (Saquen la cuenta de lo grande es). Antes de que piensen que me estoy volviendo loca pues les digo que no lo estoy, creo estar cuerda y consciente de lo que escribo, tampoco piensen que pertenezco a algún grupo religioso ni mucho menos me he convertido en uno de esos fanáticos que con todo respeto asisten a manifestar su creencia religiosa en público. Yo solamente quiero compartir con ustedes mi experiencia.

Gracias al hecho de acercarme a Él he descubierto que las cosas grandes no se logran de la noche a la mañana, que el ser impaciente no ayuda mucho y desear que sucedan inmediatamente no es suficiente. Que como dicen por ahí: “Del apuro sólo queda el cansancio” y que todo lo que desees en la vida debes “construirlo” sin perder nunca la FE. Que no basta con soñar y quedarte de brazos cruzados esperando que todo ocurra por arte de magia, como en muchas ocasiones yo lo hacía.

A cada uno de nosotros nos coloca obstáculos constantemente para que nos hagamos fuertes; Y está en nosotros levantarnos o quedarnos caídos. Él está presente en cada momento, pero al parecer nos hacemos los locos y lo ignoramos. Aun así nunca nos abandona. No dejemos de creer y entender que existe un ser perfecto y especial que nos ama infinitamente y al que hoy quiero agradecerle por todas las oportunidades que me brinda diariamente, por la familia hermosa en la que quiso que naciera; Una madre luchadora, un padre único y maravilloso, dos hermanas hermosas e inteligentes, todos fuertes y sanos. Por rodearme de tantos familiares, amigos y demás personas espectaculares. Por hacer de mi una mujer fuerte y con ganas de seguir aprendiendo cada vez más. ¡Te amo!

¿Y ustedes qué? Acérquense, conózcanlo, ámenlo y llámenlo como quieran. Yo le llamo ¡DIOS!