¿Cuándo será el día que no me interesará en lo absoluto lo que hagas o dejes de hacer, cómo estás, cómo te ha ido, cómo te sientes, las cosas que quieres, lo que te hace o no feliz, si me piensas, si me extrañas, si te arrepientes de que lo nuestro no haya sido posible o si te ha ido mejor estando separados?
¿Cuándo será el día que me dejes de importar?
¿Cuándo dejaré de sentirme mal por tus actos locos que para ti resultan normales?
¿Cuándo dejaré de sentir este rencor tan grande hacia ti, que tanto daño me hace?
¿Cuándo dejaré de ser tan tonta y creer todas las cosas que me dices pero que se queda en palabras y nunca se convierten en hechos?
¿Cuándo dejaré de querer salir corriendo cada vez que me llames y digas que quieras verme?
¿Cuándo borraré de mi mente tantas conversaciones fuertes que aunque sinceras han sido dolorosas y me han marcado enormemente?
¿Cuándo dejaré de ilusionarme? ¿De soñar que serás sólo para mi?
¿Cuándo dejaré de amarte?
No tengo una respuesta a estas preguntas y no estoy segura si las tenga algún día. Lo que si deseo con todo mi corazón es poder controlar todos estos sentimientos que hoy me invaden y que me hacen derramar algunas lágrimas en silencio.
La pregunta de rigor, creo, es si esa persona tiene algo que la haga merecedora de todo eso. Si lo tiene, pero igual sigue doliendo darlo, creo que vale la pena insistir. Si no... Pues, a diferencia de tu entrada del año pasado, en esta mejor me autocensuro y no opino mucho.
ResponderEliminarGracias por tu consejo Santiago. Por ahora no tengo "baterías" para seguir luchando. Tal vez lo mejor sea la distancia, recargarlas y volver con todo. Saludos!
ResponderEliminarSi sientes que se te van las fuerzas, piensa que guardar las cosas sin permitir que se rompan es más que suficiente. Todos tenemos un rincón para esconder esas cosas; un sitio para que se mantengan más o menos intactas sin que nos atormenten. Sé que a veces parece que las opciones son dejar que eso se apodere de uno, con todo lo bueno y malo que eso conlleva, o borrar todo de un manotazo, pero no es así. Ese lugar existe. Hay que "entrenar" un poco para encontrarlo, pero ahí está.
ResponderEliminarSin embargo, sigo pensando que la pregunta más importante es si esa persona lo merece o no. Hay gente que vale la pena, pero se confunden o se dejan llevar por las circunstancias. Otras personas no se parecen en nada a lo que uno cree que son o podrían llegar a ser. En esos casos, lo mejor es borrar todo. Lo complicado, claro, es aprender a detectar la diferencia entre una cosa y otra. Y te lo dice un idiota que pasó seis años seguro de que cierta persona era de cierta forma, a pesar de que todo indicaba lo contrario, y que sólo hacía falta que yo recibiera suficientes golpes con una sonrisa en la cara y una palabra bonita en la punta de la lengua para que al final viera quién era y empezara a comportarse de acuerdo a ello. Yo me equivoqué. Me equivoqué feo y me equivoqué por mucho tiempo, así que no te puedo decir cómo se sabe si esa persona merece tu lucha interior.
Tu entrada sobre lo temporal y la esencia me pareció importante y te dejé ahí mi opinión. Si quieres, nos vemos allá. Si no quieres, entonces no nos vemos allá.
Y, al menos por ahora, prefiero pensar que lo que te digo son opiniones. No creo que sea correcto tomarlas como consejos, porque no me he ganado ese derecho. Que las veas lo suficientemente bien intencionadas y estructuradas como para que las tomes como consejos lo puedo tomar como un cumplido, pero ten en cuenta que cuando salen de aquí para allá las veo como opiniones y no como consejos. Puede parecer una diferencia tonta y un tanto mezquina, pero como es raro que empiece a hablar a alguien con quien nunca había hablado alguien, prefiero hacerlo con tanta humildad como sea posible para no ofender o quedar como alguien desagradablemente confianzudo. Me gusta escribir y generalmente lo hago con entusiasmo y me alargo mucho, pero te aseguro que lo hago con una penita bárbara.
"Como es raro que empiece a hablar a alguien con quien nunca había hablado alguien".
ResponderEliminarYa vengo. Voy a felicitarme un rato por ese espectacular ejemplo de pésima redacción y a asomarme por la ventana para gritarle un rato al cielo a ver si alguien me explica por qué los comentarios no tienen un botón para editar.